jueves, 30 de julio de 2009

Reggae argentino hay para todos


El reggae dejó de ser una moda y llegó para quedarse. Sergio Colombo, líder de El Natty Combo, explica por qué este ritmo de raíces jamaiquinas logró por fin instalarse en la Argentina.


“Empecé tarde” dice Sergio Colombo que tuvo por primera vez en sus manos un saxo a los 22 años. Sin embargo, desde hace 14 forma parte de las bandas reggae más importantes del país como Los Cafres, Dancing Mood y Mimí Maura, entre otras. Sergio conoció el reggae de la mano de un amigo y de algún que otro tema que en los noventa se dejaban escuchar en la radio y decidió que esa iba a ser su vida.


martes, 21 de julio de 2009

perro sin cabeza


El otro día me desperté sintiéndome ridícula. Había soñado con un perro sin cabeza, con una terminación perfecta, que movía la cola y se echaba en la puerta de una casa. Me di asco, ¡cómo podía soñar eso! Era imposible que ese perro pudiese estar vivo y llevar una vida normal sin respirar, sin tener un cerebro… me levanté y desayuné el peor café de todos, me lo merecía. Corrió el día y mi malhumor se fue acrecentando. Que idiota, como podía haber soñado eso. Como siempre, la noche volvió a llegar y antes de dormir me prometí no soñar algo tan ilógico como lo de la noche anterior. Esta vez fue la cabeza del perro la que me habló, angustiada, sobre la pérdida de su cuerpo. La mañana me encontró contento, que una cabeza canina me hablase no era tan ilógico, y que estuviese buscando a su cuerpo, perdido en un sueño anterior, menos.

lunes, 20 de julio de 2009

Permiso para ser cursi...


Hoy no me importa si el hombre llegó a la luna, si soy cursi, grasa, mersa, chancha, morbo, sentimentalista o boluda. No me importa que sea un día comercial, que TodoModa y el resto de las cadenas de accesorios al pedo ganen fortunas, que los campos se queden sin flores, los dueños de restaurants se rían por lo bajo por aumentar los precios o que la gente te mire con cara de no me jodas cuando les decís “feliz día”. Tampoco me importa que los mensajitos de texto casualmente salgan el doble, que te recuerden que tenés que pagar la factura o que no haya promoción de tarjetas de treinta pesos que se multipliquen.Hoy me importa que miro a mí alrededor y estoy rodeada de la gente que yo quiero, que me quiere y que vale la pena tener. Me importa que no es verdad eso de que los amigos en serio se cuentan con la mano, sino que se cuentan con la confianza, la fidelidad, el estar en todos los momentos, porque para disfrutar los buenos hay que saber de los malos y viceversa. Me importa que las frases armadas y los lugares comunes lo son por algo y no me da vergüenza saber que las puedo usar con los míos. Me importa porque mis amigos de verdad están hasta cuando no estoy y están en las cosas que dicen, que hacen, en las que se juegan y en las que no. Quien me conoce sabe que para mí, mis amigos son parte de mi familia y que la amistad es uno de los pocos mandamientos que cumplo… Este día me importa porque seguramente es como todos los demás, pero no viene mal que te recuerden especial que es tener al lado gente que te quiere, protege, aguanta, reta, manda a cagar o se banca que seas una boluda la mayor parte del tiempo. Porque están los que se aguantan mis celos, mis reproches, mis llamadas a cualquier hora. Las que me recuerdan a mí las cosas que me pasaron por que yo me olvido, los que se ríen de mis chistes sin sentido, los que no me dicen nada cuando el flequillo me queda mal y los que sí… las que me aguantan llorando a mares o criticando la infelicidad de ser infeliz, los que están de a ratos pero sabés que en el fondo están siempre, las que hablan más o como yo, las que no dicen nada cuando les cuento lo mismo por cuarta vez, las que me dicen “yaya ya lo contaste tres veces”. Las que reaparecen y te acordás cuando las querés, cuanto las extrañás. En parte somos lo que nuestros amigos dicen, hacen, piensan…. Por que por algo los elegimos, por antagonismo, por compatibilidad, por lo que sea… ¡Feliz día Gente!

martes, 14 de julio de 2009

morada


Esa tensa aventura que es la identidad. Te derrota en los charcos de barro y te deja jugar en la arena tibia de plaza de barrio. En tu remera llevás la foto de tu superhéroe preferido pero te entristece saber que nunca saldrá volando. Sos de las personas que chupan la cáscara de las pipas pero no se come las semillas (¿eran de girasol?). Tus números preferidos son los impares, el 68 y el 76. Te reís con las publicidades de verano y canturreas los singles pegadizos. De noche te pegás las orejas para que no te sigan creciendo y mirás debajo de la cama para corroborar que el monstruo del placard no haya cambiado de lugar su morada. Es que tus días son simples, es cuestión de resolver esa tensa aventura que es la identidad.

lunes, 13 de julio de 2009

Viaje


Y me miraste directo a la oreja y dijiste, “me falta inspiración”. No sabías si culparme a mí o a tu desventurada imaginación. “Debería ir a pescar” resoplaste y entendí que todo había terminado. Nunca habías pescado en tu vida. Carraspeé para hacértelo más fácil pero te quedaste mudo. Tenías los ojos tan claros que nunca mirabas a la cara. En tu vida escribiste solo un libro pero te bastó para convertirte en uno de esos que a los otros les gusta llamar la joven guardia. Buscabas el segundo y como hijo de matrimonio infértil, tan solo hacías intentos. El mar no te iba a ayudar, el río menos, pero fue ahí cuando me dijiste “vámonos lejos”. No entendí, tal vez las señales estaban cruzadas o querías decirme que el jueves ya no era un buen día para vernos. Pensé que querías irte vos y tu ego, pero después miraste al asiento trasero y vi dos bolsos, de uno sobresalía me zapatos blancos. El auto se puso en marcha y yo seguí en silencio. Nunca en mi vida permanecí tanto tiempo sin decir nada. El amanecer nos encontró en un hotel barato, a mitad de camino a quien sabe dónde. Vos ya no hablabas. Dormimos en camas separadas, de esas de acolchados floreados que no abrigan nada. Nunca entendí si tú te fuiste primero o si yo te había abandonado antes, pero cuando desperté ya no estabas. Habías tendido tu cama, con prolijidad de mucama de hotel. Tu bolso tampoco estaba, ni los jabones del baño, ni esa esponjita que lustra zapatos. Desayuné con el cupón que el hotel te daba para café y medias lunas en el bar de la estación de servicio y volví para comprobar que me habías dejado el auto. Al fin y al cabo era mío. Las llaves estaban puestas y habías corrido cuidadosamente el asiento, para que mis cortas piernas llegaran al embriague. En el asiento del acompañante estaban los chicles que me habías comprado la noche anterior, justo antes de partir. Encendí el motor y tomé esa ruta hacia algún lado. En mi cabeza empezó a rebotar una idea, algo así como una historia de lo que seguramente tú estarías haciendo al costado de alguna calle de pueblo, esperando que el polvo se escondiera en tus ojos hasta resquebrajar tus lentes oxidados. Y por fin entendí, no era necesario pescar para que la inspiración volviese, mi viaje había terminado.

domingo, 12 de julio de 2009

aspirinetas


Hay veces que es mejor recordar. La realidad parece desplomarse en una neblina ciega y uno prefiere revivir para no olvidar. Recordás los detalles, buscás alcanzarlos con las yemas de los dedos y solo así sabés que ocurrió. Escuchás como testigo mudo lo que otros recuerdan y armás el rompecabezas de tantas piezas. Y desgustás la sal gruesa que comías debajo de la cama de tus papás, las aspirinetas que robabas de la sala de maestros y las nueces todavía no maduras del nogal del fondo. Recordar es también destrozar las cadenas, terminar los duelos y saber que tus músculos, hasta el más inútil, se mueven por y para vos. Porque recordar siempre será el ejercicio del qué hubiera pasado y del qué pasará pero sobre todo el del qué pasó.

martes, 7 de julio de 2009

palomas y ancianos

Unas palomas comen vidrio picado mientras una pareja de ancianos las observan en silencio y a mi me recuerda a la amistad traicionada...

domingo, 5 de julio de 2009

flores

Llegaste con un ramo de once crisantemos y me dijiste: “Hace el amor quien se rehace” – y solo así entendí por qué no me habías traído lilas.