domingo, 30 de agosto de 2009

Siete


Ella siempre fue como una margarita. Que si la querían, que si no la querían. Que blanco, que negro. Que rosa, que celeste. La vida siempre le supo a dúos, “como las sombras de los ojos” solía decir, entre una media sonrisa estúpida y una risita nerviosa, cuando le preguntaban por su bipolaridad doméstica. Las cosas se le hacían más fáciles cuando venían en números pares, eran divisibles, y su neurosis obsesiva parecía dormirse ante las mitades equilibradas. Dividía las palabras por sus letras y si acaso una osaba a sobrar la usaba de pared para separar sus dos mitades. La risa y el llanto también venían de a dos. Con la misma intensidad pero en ángulos opuestos. Era casi imposible que ambos se juntaran, pero cuando ocurría, lo impar reinaba el caos y las sensaciones parecían querer escaparse junto a los mocos por su nariz finita y tierna. Las manos se sacudían junto a sus piernas. Las pupilas se le dilataban como aquella vez que pasó por un jardín de floripondio y el hipo venía en un tres por uno. Hacía falta una intervención. En esos momentos, solo un abrazo fuerte y el ruido de una mente en blanco podían calmarla. Tres palmadas y a la cama. Dos cucharadas con la misma cantidad de miel y contar cuatro veces las quebraduras del techo. Un gran suspiro y jugar a no encontrarse. Eso era todo. Las ovejas saltaban de a dos mientras ella se perdía en su sonrisa de dientes bruxados. Ese rechinar era lo que finalmente la llevaba al sueño más profundo. Donde, felizmente, todo terminaba en siete.

Multicorriente


Luego de mucho esfuerzo, sudor y lágrimas, la nueva página de Multicorriente está terminada!

En su nueva versión, Multicorriente no solo es un sitio web para difundir el arte, sino una comunidad para que los artistas puedan subir su perfil (fotos, videos, audio, fechas de eventos etc) y compartirlo con otros. La idea es que se cree un ida y vuelta de comentarios y opiniones y ayudar, desde nuestro rinconcito, a que el arte crezca!



Entrá, chusmeá, jugá, leé, pensá, subí tu perfil y compartí!



Que no hay nada mejor que darle al arte, el espacio que necesita.



http://www.multicorriente.com.ar/

jueves, 27 de agosto de 2009

Baila morena


Ya me tomé un ibupirac. Y el cachete izquierdo de la cola me dice que nunca debería haber dejado danza. Volver después de cinco años es posible, pero duele. Los huesos ya no se quedan quietos y los músculos rechinan al querer ir para el lado contrario. Los calambres ocurren en los lugares más extraños y la elongación parece haberse ido de viaje. Las piernas tiemblan de camino a casa y temo no poder subir los seis escalones de la puerta. Mañana lo voy a sufrir, lo sé. Pero como dijo un buen amigo mío, volver al baile es como hacer el amor luego de un largo período de abstinencia.

martes, 25 de agosto de 2009

Tu peso

La obsesión nunca es buena, ni siquiera cuando se trata de chocolate. La venganza tampoco, ni la ira, ni la bronca, ni el amor justificado. Son todos trances que desgastan al ser en su búsqueda por un sentido paea la nada. Es como criar un enemigo interno, es negarse una mayor cantidad de momentos de felicidad expandida, es quizás, no quererse. Como querer empacharse de veneno aún sabiendo que al final no es más que jugo de manzana. Solo sirve para engordar unos kilos más y que el raciocinio se termine de mezclar con los sentimientos. Al final, el peso siempre nos hunde.

Pensamiento obeso

Los mejores negocios del barrio son la panadería y la fiambrería.

martes, 18 de agosto de 2009

Sandia calada y colorada


“siempre serás la que se me escapó”, me canta la pantalla y yo en vez de llorar río como una estúpida. Siempre hay una que se te escapa, o en mi caso unos cuantos (cambio de género y a plural). Acá no es cuestión de lástima sino de evitar que la mediocridad sea tu peor enemiga. Cuando era chica trataba con incoherencia no ser la primera en dormirse en los pijamas parties y terminaba siendo la última, con los ojos de huevo, mirando al techo y rogando por mi mamá. De eso se trata. De no borrar las fotos de tus ex de la computadora porque directamente no las ves más. De no imaginar vacaciones infructuosas que solo se cumplen en la mente, porque no solo no hay plata, sino que tan solo son sueños. Las fiestas están hechas para esperar, para contar y para llorar. No importa si son fiestas navideñas, fin de año, cumpleaños o alguna santísima trinidad que nos concede un feriado más. Y los fines de semana largo son eso. Y semanas más cortas donde los compromisos se apelotonan como las bolitas de la lana. Mejor hacer que sentarse a esperar. Mejor sacarse la pelusa del ombligo antes que crezca esa plantita que siembra la duda… ¿Se te metió o no la semilla de la sandía?

lunes, 10 de agosto de 2009

Piedra


Es que no era tan difícil, solo lo contrario a decir sí. Al revés de pensar y justo igual a dejarse llevar. Dar la vuelta a la manzana es lo mismo que correr cien veces alrededor del árbol de la plaza más cercana. Y tener derecho a festejar el día del niño es no ser Wendy todavía. Las pocas veces que tiré piedritas esta semana rebotaron para el lado izquierdo excepto una que decidió mantenerse recta. Y si me pongo a calcular siempre me da más de tres y menos de cinco pero siendo un número impar. Esa es la cantidad de veces que hablaste con el vecino de pelos pinchitos y el doble de las miradas que cruzaste con el que se parece a Lorenzo Lamas. La carta de tarot me dijo que eligiera y yo la rompí en tres, elegí el pedacito del medio.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Torpeza obliga

Siempre fui torpe. El primer recuerdo que tengo es cuando me enganché con el pedal de la bicicleta y mi rodilla termino siendo un batido de piedritas y sangre. De ahí hasta ahora la historia ronda entre yesos, torceduras y mi famoso “no me importa que esté esguinzada pienso subir ese cerro igual”. Pero mi torpeza también derrama pocillos de café, nesquiks a medio terminar y cocacolas de cumpleaños. Mi torpeza es por y se debe al tembleque de mis manos, a la languidez de los grisines que tengo como dedos y a la falta de astucia. Siempre pero siempre, media hora después de las peleas, se me ocurre esa respuesta brillante que hubiese dejado al otro con la boca bien abierta (o bien cerrada), eso también es torpeza. Pero la torpeza obliga y es parte de mí.Ni las veredas de Buenos Aires, ni las de ninguna ciudad o pueblo del mundo están hechas para mí. Puedo llegar a tropezarme con el borde de una rampa y el cambio de baldosas me trae demasiados problemas. Pero no me importa, estoy tranquila, ya aprendía a convivir con la torpeza. Los arrebatos violentos de los pisotones entre mis pies nunca me tiran, he visitado pocas veces el piso, tan solo me sacuden y me recuerdan que de vez en cuando debo controlar a mi propio cuerpo. Hasta a veces es gracioso. ¿Nunca ha caminado por la calle con alguien de la mano para de repente tironearlo en uno de sus tropezones? Puede darle un poco de condimento a su cita, sino pruébelo, a lo mejor logra esa sonrisa que antes parecía imposible.