miércoles, 24 de noviembre de 2010

Resaltando casilleros


Volvamos a ser claros: las planillas Excel a los hombres les da poder. No entiendo porqué. Será que es la única forma en la que pueden organizarse, será que les gusta “encasillar” más de lo que asumen, pero sin lugar a dudas, se siente poderosos cuando se sientan frente a su Mac o netbook o cual fuese la nueva adquisición electrónica (que también les da poder y más si tiene wi-fi) y disfrutan coloreando rectangulitos, sumando y restando números que rara vez se cumplen.

Excel para vacaciones, Excel para las materias que les faltan para ser un digno abogado o contador de empresa familiar, Excel para ver cómo les va en la competencia de winning eleven en la que todos los jueves, religiosamente, combaten contra sus amigos, por momentos enemigos, creyéndose el Batistuta de la nueva era (yo sigo pensando en el Bati gol). Excel, Excel, Excel!

Es que lo único que falta es un Excel contando las noches que va a pasar con vos. Indudablemente el Excel los organiza, pero también les da poder.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Desvíos




Si puedo evitar lo que me hace mal, lo que no quiero enfrentar, lo hago. No importa si la psicología barata o la elegante me explica porqué es mejor enfrentar las cosas. Soy buena evitando, soy buena siguiendo los caminos largos.

Alguna vez escribí una carta, con la pura verdad, pero dejando de lado la sinceridad. Una carta con edulcorante. Con seis o siete sobrecitos de edulcorante. La carta fue el camino largo.

Alguna vez le eché la culpa a mi inconsciente por gritar en voz alta lo que tenía que callar. Soy buena caminante, se recorrer los caminos largos.

Alguna vez decidí que evitar era tan adictivo como los rompecabezas. Como empezar por los bordes y no terminar hasta que la última ficha estuviese en su lugar.

Soy dramática, post dramática y supra dramática. Me gusta el drama. Me gustan las incoherencias. Hago estragos como en las telenovelas. Y algunas de ellas escuchan mis guiones. Y cómo me escuchan. Y evitan bares por mí. Y van a bares por mí.

Pero como toda adicción se que alguna vez, los caminos largos, van a producir más mal que bien. Y cuando ese día llegue, empezaré a dar pasitos cortos, para que los caminos directos sean, aunque sea, un poquito más largos.

jueves, 4 de noviembre de 2010

De taquito


Seamos claros. Sal y pimienta. ¿Vos sabes lo difícil que es caminar con tacos en esta puta ciudad? Ponete tus botines flúor y pasea por la pista de hielo a ver si sos tan macho. Si me tambaleo, si me esguinzo, si parezco una jirafa atrapada en el subte es porque quiero. Porque los tacos, esos tres, seis, ocho centímetros, te dejan ver desde un poquito más arriba, donde las ramas se enganchan en el pelo pero las ideas se aclaran pasito a paso. 

Sobre zancos el autoestima se endereza. Los hombros se agachan y retroceden unos toquecitos. Al principio las piernas tiemblan pero con orgullo. Y cada paso, cada tropezón, es luchar entre el arrepentimiento por haber dejado de lado las chatitas y el “no es tan difícil” de una baldosa más sin caída. 


Sabemos que es don de las petizas el uso magistral de los tacos y sobre todo de los aguja. Sabemos que para ellas es más común usarlos que dejarlos de lado. Hasta en la playa se pueden divisar, entre los plaf plaf de la arena mojada, las ojotas con plataforma. Pero las altas también tenemos derecho. No importa el metro setenta que marque que estás dentro de las que miden a ver si tu hombre es más alto o no. Los tacos siguen siendo un derecho.


Y como el Kun Agüero roba unos centímetros con su crestita de gallo cocorito, nosotras las mujeres, altas o bajas, le sumamos una medida al autoestima que, cada tanto, se siente abajo de los tacos.