Aprieta las venas saber que nunca estuve enamorada, o que lo estuve
demasiadas veces. Se siente como la Línea D a las 8 de la mañana. Sofocante,
opresivo, sudoroso, agobiante. Te rodea la angustia al pensar que te dejaron de querer, la noción de que el cambio te aleja. A veces las ganas de dar amor no encuentran destinatario, al contrario
que la ira y similar a la suerte.
Y esas ganas locas de ser
y de sentir y de pensar lo que uno quiere ser. Ya no soy la que era y tampoco
quiero serlo. Pero por una extraña razón sigo soñando lo que quise ser.
Exactamente igual que antes, sin una coma de diferencia. Cuan extraño es querer ser lo
que quería ser, sin ser lo que era.
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