Hay que tener cuidado porque la vida nos da menos olvidos de los que necesitamos. Saber administrarlos es primordial. Pocos en la infancia, muchos en la adolescencia, los suficientes en la juventud y unos cuantos en la adultez. El problema es si se acaban antes de tiempo, si uno quiere olvidar y no puede, si uno vino fallado y la cantidad de olvidos no concuerda con la de los recuerdos y uno termina olvidando demasiado y recordando poco... Es que los olvidos son tan indispensables como el agua pero a veces simplemente no se puede desconocer aquello que tenemos arraigado en la memoria. Por más que lo querrámos, por más que ese recuerdo nos vele la mitad de un parpado… hay recuerdos que nos construyen. Aunque suene a melocotón en almíbar, son los ladrillos de nuestra piel. Ese desplante, esa caída, el pavimento sintiéndose en tu nariz raspada, la lágrima de un amor que duró más de lo que imaginábamos, la cicatriz de ese choque… todo eso también somos nosotros, son nuestras huellas, nuestra semiosis interna. Olvidarlos sería dejarnos de lado, hacernos esperar al costado del camino de tierra tan solo por que llovió y está embarrado. Intentar olvidarlo y lograrlo sería comerse de a poquito los dedos, hasta llegar al codo, a la rodilla, al hombro, a la entre pierna, hasta no ser más. Por eso es mejor controlar nuestros recuerdos pero aún más nuestros olvidos para, cuando realmente te hagan falta, poder agarrar uno del pilón y usarlo con la tranquilidad de que te queda por lo menos uno más para la próxima falta de amor.
Cuántos olvidos tiene una persona?
ResponderEliminarse pueden comprar más? a cuánto?
me los pueden regalar?
Misterios y milagros, diría mi amigo Píctor Sueiro.-
Me encantó! Tiraría tantos recuerdos al olvido... Pero después, con el tiempo, notás que a fin de cuentas está bueno a veces recordarlos...
ResponderEliminarBeso!