lunes, 12 de noviembre de 2007




a veces pasa que las cosas son tan irreales, o flotantes, que ni siquiera otra persona te puede confirmar que las hayas vivido.
Otras veces, no hace falta que nadie te las confirme, por que quieras o no, en el fondo o en la superficie sabes que pasaste a través de ellas y que de alguna forma u otra te marcaron.
todo marca, las acciones, los momentos, las nadas y sobre todo lo vivido.
somos una construcción de cada milésima vivida pero también de cada milésima no vivida, ya sea por que quisimos o por que las imprecisiones del tiempo hicieron que fuese así.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Fotocópiame si me necesitas

Se miran entre ellos. De fondo, Rodrigo canta sus últimas estrofas por la radio (“Soy cordobés/ me gusta el vino y la joda/...”). Vuelven a mirarse pero esta vez con los ojos entrecerrados, como si intentaran divisarse mejor uno al otro. “Mañana abrís vos”, señala el de menor estatura mientras ceba un mate y se lo pasa a su contrincante con una expresión de victoria. Sabe que ha ganado y que no deberá despertarse a las 5 de la mañana para abrir a las 6.30. “Reíte nomás, que si yo abro mañana a vos te toca el sábado”. Se sabe triunfador y por primera vez en toda la mañana recibe con una sonrisa a los estudiantes que se abalanzan sobre el mostrador pidiendo apuntes y fotocopias.
Son las 9 de la mañana en una fotocopiadora cercana a la sede Tucumán de la Universidad de Buenos Aires (UBA), pero esta escena se puede presenciar en varios puntos de la Capital Federal. Donde hay una sede de la UBA hay por lo menos 6 o 7 fotocopiadoras a su alrededor.
Sin embargo, la ley 11.723 de Derecho de Autor y Concordantes del Código Procesal Penal de la Republica Argentina imputa a todo aquel que reproduzca ilegalmente copias de libros y/u otras obras. Por su parte la Cámara Argentina del Libro promueve y protege los derechos de propiedad intelectual frente a cualquier acto que atente contra ellos. Según su estatuto, su misión es combatir con y por todos los medios posibles la piratería y la reprografía ilegal.
Según cálculos recientes, Iberoamérica reproduce 250.000 millones de páginas al año. El Grupo de Entidades de Derechos Reprográficos de Iberoamérica (CEDRI) que agrupa a asociaciones de España, Brasil, México, Costa Rica, Colombia, Ecuador y Argentina cree que la situación es cada vez más grave y plantean que la única solución es que los autores reciban también beneficios por la reproducción de sus obras.
En un reportaje para el diario español “El País”, el escritor argentino Rodrigo Fresán contó una anécdota que ilustra significativamente la situación de las fotocopias en las universidades: "Un día me llamó mi editor muy contento para decirme que uno de mis libros iba ser usado como libro de texto para determinada materia en la Universidad de la Plata. El día que fui a hablar con los alumnos me encontré en el quiosco de la universidad el libro fotocopiado en un horrible formato apaisado. Se lo dije al rector y me contestó que lo importante era que me leyeran". A pesar de conocer la ilegalidad del recurso, los estudiantes universitarios de instituciones públicas no siempre pueden comprar el material original de estudio y las fotocopias aparecen como sus salvadoras. Por lo tanto ¿Deben dejar de estudiar por el simple hecho de no poder comprar los libros? ¿O deben seguir consumiendo fotocopias para lograr finalizar sus estudios? Aún siendo extremista y sobredimensionado, esto es real. La diferencia entre un libro de aproximadamente 200 páginas y su formato en fotocopias ronda los 10 pesos, con lo cual se puede comprar las fotocopias de otro libro.
La cuestión ha sido planteada: la reproducción de libros a través de fotocopias representan una pérdida económica significativa para los autores y editoriales pero es una gran ayuda para los estudiantes de pocos recursos.
Solo queda definir una cuestión: quiénes serán los beneficiados y quiénes los perjudicados.
Autopsia de un alma eterna,

Julio Cortázar, El hombre que se permitió jugar


"En suma, desde pequeño, mi relación con las palabras, con la escritura, no se diferencia de mi relación con el mundo en general. Yo parezco haber nacido para no aceptar las cosas tal como me son dadas."


Mezcla polémica de político, escritor, humano y Dios, Julio Cortázar quiebra el límite entre lo inimaginable y lo verdadero, entre una fantasía que muchas veces quisimos creer y una realidad odiosa y difícil de olvidar.
Cada vez que las hojas de un libro de Cortázar llegan a su desenlace, “la vida parece más vivible”. La autonomía de sus palabras pasan a la sangre como una transfusión de liberación, donde el alma del lector se transforma en un objeto más del mundo, que no acepta haber sido creado por nada.
Cortázar nos aterroriza, por que admite. Nos cuenta la verdad desde un punto de vista muy distinto al usual. Nos demuestra el lado oscuro, profundo, pero a la vez maravilloso y único de la cotidianeidad. “No hago diferencia entre lo real y lo fantástico, para mi, lo fantástico procede siempre de lo cotidiano”.
Genio, en un principio ignorado, humillado y desplazado por un mundo intelectual que no sabía aceptar lo nuevo que quebraba con el paradigma de lo clásico/ moderno, fue tan solo ese mortal nacido accidentalmente en 1914, en un país llamado Bruselas, invadido por los Alemanes y bajo el infierno de una primera guerra mundial que lo dejó varado en el mundo hasta que pudo pisar suelo argentino en 1918. Con una infancia solitaria transcurrida en Banfield y la habilidad de enseñarle al resto, la vida de Cortázar nunca fue fácil reflejándolo en diversos de sus escritos. Un antiperonismo lo llevo al exilio y lo estacionó en Paris, donde la vida para él siguió transcurriendo, entre traducciones y causas sociales que lo hacían encontrar pasiones perdidas para luego cederlas a la sensibilidad de los lectores. Amante del Jazz y de su mujer la periodista canadiense Carol Dunlop con la cual compartió los últimos años de ambos, este autor de infantil pero
Perseverante mirada, murió en 1984, cuando la leucemia atacó su vida.
Es difícil hablar de Cortázar, cada comparación puede resultar una depresión para el comparado. Nadie debe habernos regalado tantas noches desveladas por darse cuenta que en realidad cada uno de los objetos que nos rodeaban no eran lo que parecían ni siquiera nosotros mismos, como él.
¿Habrá imaginado Cortázar alguna vez que sus criaturas literarias tendrían vida eterna?
Hace rato que Cortázar, estando y no, sabe llegarle a la gente. En cada tapa de cada uno de sus libros, en cada pliegue, en cada solapa, se repite la misma imagen. Ese hombre a veces con barba, a veces joven, a veces adulto, que observa con una mirada tranquila, dura, llena de expresiones que se confunden con su infantilismo y una tristeza sin un “por que” explicable.
“Los mitos viven de volver”, pero Cortázar no es un mito, por que nunca se fue. Es una excepción humana entendida a través de una excepción literaria. Leer a Cortázar es leer un cosmos nuevo. Es saber que al terminar la cabeza quedará literalmente partida en dos por ideas antes no imaginadas pero tan ciertas y verdaderas que roban el tiempo para ser analizadas. Amante de todo, pero sobre todo de las palabras que expresan o intentan expresar los tempestades de ideas, sueños y ocultismos que se analizaron en nuestras cabezas y se crearon en la suya, solo él se permitió jugar. Las palabras fueron su fuga de la tierra que tantas veces describió como infierno.
Falleció dejándonos con su cuerpo eternamente joven una metáfora, como si quisiese ser recordado como un muchacho que todavía era capaz de darnos mucho más. En cada una de sus hojas escritas, en cada renglón, en cada palabra, ese adulto infantil busca la complicidad del que lee, esa que encuentra y desafía a seguir persistiendo. Mira irónicamente al que intenta volver a sus criaturas una polémica, al que cree y dice que sus obras no siguen hablando y al que calla que su profesión no era ser inventor o mejor dicho, jugador.