miércoles, 27 de agosto de 2008

Consejo


Tengo una amiga que se come los pellisquitos de las manos y otra que no deja dedo con uña. También conozco un susodicho que se arranca los pelitos de la ceja y otra que se depila el bozo una vez por semana. En mi cuadra existe un fulano tal que usa hisopos cada vez que se baña (y si no se baña también y si se baña dos veces... y si, las dos), es que tiene miedo que le quede crema de enjuague adentro del oído. Y el amigo del primo de mi amiga se saca las pelusas del ombligo cada vez que encuentra una. Un anónimo que yo conozco admitió que entre tres y cinco veces por semana se limpia la mugre de los pies y que su novia, que hace yoga, se come las uñas del pie izquierdo.


Cuando te sientas obsesionado, aturdido, repetitivo... GRITA!

y no al lado de las vías del tren para que nadie te escuche, GRITA! en donde sea y cuando sea!

Que hace bien.

pegajoso

Las propagandas más pegadizas son las de la radio...

"alfajor Grandote.... doble y triple saborrrr"

"Dale fútbol, quiero fútbol... pasión que nunca se a bandonaaa"

cada vez que escucho la radio, termino tarareando todo el día.

lunes, 25 de agosto de 2008

Mirar hacia atrás...

Esto es algo viejo, tiene su tiempo ya, pero lo encontré en la contra tapa de la Guia T y me di cuenta de los cambios que vive uno a través de los diferentes momentos, diferentes etapas... y otra vez ese sentimiento de padre que mira orgulloso a su hijo mientras comete sus primeras travesuras. Mirar al pasado, a lo que dolió, pero ya pasó, a veces saca sonrisas de crecimiento.

Ni transitar las mismas calles
ni disipar las mismas nubes
ni correr entre los mismos atavios

Es el desamor el que corre por tus venas
saboreando la sangre y a amarga

Mi casa llena de calas
anticipan tu luto.
por una cabeza de acero
y un corazón de carne.

Salta la cuerda...

Ella saltaba la cuerda con la inocencia de una niña pero no se daba cuenta del movimiento de sus pechos que se movían a des ritmo. Sacaba su lengua, teñida de rojo, por un chupetín que, ante la impaciencia infantil, había destrozado con los dientes. No era una lolita, eso estaba claro desde un principio, pero parecía querer seguir siéndolo. Sus casi veinte años estaban disfrazados bajo una pollera demasiado corta y unas medias cancán de lana.
Sin embargo, su felicidad parecía excitarla y aún más a los que la rodeaban. Nada la motivaba más que una soga sumbándole al oído. Nadie podía ganarle, eran años de experiencia, décadas de saltar la cuerda...
Mis ojos siguieron caminando, ya no se posaron más en su pantorrillas. Sabía que al día siguiente volvería a verla, no me preocupaba. Seguramente con un día más de vida, con un salto más de sus formas exageradas, cubiertas por un querer infantil que cada vez se apoderaba menos de ella.

lunes, 18 de agosto de 2008

Drama de sábado por la noche


Domingo de invierno

Penetré el bosque con tan solo unos pasos. Cerré los ojos mientras me acurrucaba contra un árbol y escuché al mar rodeándome. La tierra, escasa de pasto, mojó mis pies descalzos y humedeció mi vestido blanco.
Escuché pasos de charol y abrí tan solo un ojo. Una niña de trenzas largas perseguía a un conejo y con la torpeza característica de su edad, cayó al suelo tras tropezarse con una rama. Enojada, y con la cara enrojecida, se levantó y consiguió ubicar nuevamente a su presa, para salir corriendo detrás de él.
Volví a cerrar los ojos y recordé que cuando era niña quería ser carnicera. Me encantaba la perfección con la que la máquina cortaba la carne, pero odiaba su irritante chillido. También quise ser "juguetera" y "quiosquera"... quería ser tantas cosas... y soy tantas otras...
Cuando desperté de la siesta, mi perra roncaba a mi lado. Me acerqué a la casa y vi a los mismos cinco patos de siempre nadando en la pileta, ya convertida en un lago. Una voz me dijo: "no pises las margaritas" y sin querer me encontré haciéndolo. Es que el pasto estaba atestado de esos soles amarillos, tantos que hasta me producían asco, rencor por su honorable magnitud. Me agaché para cortar una y no pude. Un remordimiento me llevó a morderme el labio y encoger la mano, con el movimiento exactamente inverso que me había llevado a estirarla.
Abrí la puerta de vidrio y me sumergí en el embotellado aire caliente de domingo por la tarde y fútbol en la radio. Mi mamá tomaba mate mientras miraba, entre pausas de diario, hacia afuera. Los patos seguían ahí y la escena era tan poco obscena que hasta daba una especie de dulce e irritante ternura. Como la de los caramelos ácidos. Mi papá hablaba con la radio, sin respuesta alguna... "un medio de comunicación unilateral..." pensé yo, pero no hay caso... hace casi cien años que la radio está en el país y los argentinos no entendemos que nunca nos va a responder...
Me comí un vigilante, le robé el mate a mi mamá y sonreí, sumergida en una manta y con las últimas hojas de un libro entre mis manos. Mi cuerpo se inundó con ese gustito amargo de terminar algo que nos gusta y a la vez, esa sensación de realización de una obra terminada. Es que el lector también construye el libro mientras lo lee.
Se fueron las horas y el domingo comenzó a partir. El día terminó con anécdotas de niñez subidas en un auto que avanzaba a poco más de veinte, en una caravana de autos volviendo de un día de campo. Sin duda, no hay finales perfectos pero si encajables.

viernes, 15 de agosto de 2008

Para eso está

"Hay mira! ella pone foto en el perfil"

Y si, para que te ponen una ventanita con la inscripción "suba su foto"...
Parece que es mas cool no ponerla.
¿Seré demasiado flogger?
Sic
esa es la cuestión.

Casi casi como en Centroamérica

"Que horror, estamos rodeados de asesinatos, ya nos parecemos a Colombia"

Le dijo una señora a su marido en el subte,
cuando ojeaba "La razón".
Faltan los 22° promedio señora.

jueves, 14 de agosto de 2008

A los tambores

Salí de la Facultad y caminé rumbo al Parque Centenario, como de costumbre, como cada jueves.
A mitad de camino, el redoble de unos tambores me erotizó la piel. Hace mucho que no escuchaba a unos tambores sonar con tanta sensualidad. Me perdí... dejé de lado mi camino cotidiano y me encaminé hacia la penumbra erizante del parque. Llegué hasta su lago y con la poca luz de unos faroles lejanos, tan lejanos como la luna, que iluminaba aún más, los vi. Eran más negros que la tierra, más brillantes que el agua... Sus pupilas se posaron en mi, pero la música nunca paró. Mi cadera automática se despegó del tedioso caminar para moverse a un ritmo desconocido.
No duró mucho, no creo que haya pasado el minuto... Pararon para descansar y yo desaparecí con el doble de rapidez con la que había llegado.
Tomé el 15 y volví rumbo a mi casa.
Pero los pelos de la nuca segían tan erizados, tan erotizados... bailando al ritmo de esos tambores que todavía laten en mi dolor de cabeza.

para el deleite de mujeres... y por que no también hombres.

Emmanuel Horvilleur.

martes, 12 de agosto de 2008

Vestido rojo


Deseoso por tener ese vestido rojo entre sus manos, entrecerró los ojos y suspiró como la pava al hervir el agua. Ssssssss. No pudo hacer otra cosa. Las caderas se le marcaban y su ropa interior tendía a desaparecer mientras retrocedía.
No quiso mirarla a la cara, tenía miedo de perderse en la locura y no volver nunca más. Por vistazo sabía que era morocha y que los labios acompañaban a su vestido. Era del largo perfecto. Era la perfección. Por encima de las rodillas, por debajo de la mitad del muslo. La imaginación estaba salvada.
Ella se sentó tan solo un asiento más adelante y al correrse el pelo hacia un costado, dejó ver su hombro acaramelado. Sus palpitaciones aumentaban pero parecían estar por detenerse en cualquier momento. Resultaba ofensivo respirar cerca de ella, pero respirar el mismo aire era una adicción que no podía controlar.
Sin ese vestido rojo, nada hubiese sido igual. Seguramente no la hubiese mirado, ni notado su existencia. Era como una gota de sangre en un mar oscuro, triste, recién desenterrado.
No sabía su edad, ni le interesaba. Podía tener doce y ser una exquisita lolita o cincuenta y ser la mujer más exuberantemente madura y hermosa que alguna vez haya visto.
Ella notó la presencia de una mirada a boca abierta e inclinó la cabeza hacia un lado, queriendo observar el dueño de aquella energía. Pero él, negado a saber la verdad, cerro los ojos con fuerza, como queriendo cegarse. Incómoda, avergonzada por los ojos que no querían mirarla, pero sin saber el por qué, se paró y marchó hacia la otra punta de la sala. La función estaba por comenzar y las luces se apagaron en su camino. El no pudo ver donde se sentaba, ni la encontró cuando las luces volvieron a encenderse. Repudiándose por su actitud, marchó lento hacia su casa, como tratando de olvidar esa espalda que lo había cautivado, seguramente, de por vida.
No volvió a verla, pero la seda de ese vestido quedó grabada a la perfección en su mente. Cada noche, cada luna nublada, creía sentir ese vestido rojo rozarlo, Pero al abrir los ojos, solo encontraba a la misma mujer de siempre, con un baby doll que su mujer se obstinaba en llamar colorado.

Tormenta de creación de estrellas

y es en serio...
(foto extraída de Clarín)




lunes, 11 de agosto de 2008

Miedo a nada...

El miedo es el peor enemigo del ser humano. Por que te frena, no te deja vivir, te encierra en la comodidad.
Por el miedo la gente mata. Aún peor, por el miedo la gente no vive, se paraliza sin recordar que el tiempo sigue. No hay nada peor que un “si yo hubiese...” producto del miedo.
El miedo te revela. Te expone. Se siente, se ve... los perros te muestran sus dientes cuando tu miedo está latente. Los gatos desconfiados sacan sus garras... y el hombre, se aleja.
Si actuar cegado por el miedo es malo, no actuar es peor.
El miedo nunca puede ser una excusa, es mala, es berreta, aunque lamentablemente es real.
Si tenés miedo, reíte de el. Sabelo ficticio, sabe que no sirve para nada y que al fin y al cabo, te vas a reír de los miedos pasados... no hay orgullo mayor que volver cotidiano algo que antes fue miedo y mirar para atrás con ojos de padres enternecidos.

Schuster y Brownie

Hay noticias que te amarga y otras que te alegran el día. Ojala algún día me toque viajar con ellos.

martes, 5 de agosto de 2008

Terapia de Bombas y Colores


Dicen, que los tambores sacan lo más profundo del instinto humano. Dicen, que despiertan al animal que llevamos adentro y que los movimientos que surgen a partir de sus repiques, llaman al deseo más profundo, mas intenso...


Para mi, los tambores son terapia. Terapia sin pelos. No hay que preocuparse por su tu psicólogo, o psicóloga, es lacaneana, freudiana, de terapia larga o corta, de choque, de conflictos irresueltos... si lee la mano o los astros... si ve en tu pupila la gota de irresolución o la se solución... son tan solo tambores que desarman tu cuerpo y desestructuran tu vida por un momento.

Es por eso que los últimos dos lunes estuve concurriendo a "La bomba del Tiempo" (Todos los lunes a partir de las 19 hs en el Konex). Por que ahí no me importa nada. Si me muevo bien bárbaro, si me muevo mal, si soy espástica o robótica, a nadie le importa un pedo. Cada uno está encapsulado en su ritmo y con una sonrisa plantada en la cara. Los tambores te guían, te absorven, te exitan. Las rastas del vecino te rozan la cara y alguien sin querer vierte en tu brazo un vaso de un litro de cerveza. Pero nada importa, es parte de estar ahí. Es cerrar los ojos y disfrutar a pleno la emoción de ser guiado por algo más allá. Como si mis ancestros africanos y uruguayos me llamaran en cada golpe. Mi sangre empieza a latir al ritmo de esos golpes. Siento que mi cerebro respira con ese mismo ritmo y de repente todo, todo mi cuerpo se sumerge en una nueva dimensión de sonidos y sensaciones. Es imposible que la tristeza o la angustia aparezca en ese momento, y en los que siguen.

Es así como cada martes me dan ganas de usar colores. Y entre un mar de grises, negros y marrones otoñales, sonrío al ver que alguna nena lleva una telaraña de gomitas de colores en su cabeza o que mi papá canta, por la mañana y desde el baño, "Aunque no lo veamos el sol siempre está".

Si no es para vivir entre colores y ritmos, me pregunto ¿Para que estamos?

lunes, 4 de agosto de 2008

Aguacero. Lluvia repentina, abundante y de poca duración. Cayó sobre mi en una estampida de gotas dolorosas. Pero el vidrio me protegió, aunque me quería mojar, el vidrio me protegió. Son sonoras las seis de la tarde. Crujen los teclados cargados de dedos estresados que golpetean la ira de una tarde de oficina. Miro con ojos de borracha locura al aburrimiento que me rodea. Son ses y dos. El tiempo no pasa pero tampoco para. Vuelvo a mirar por la ventada lejana y ahora es tan solo una llovizna, seguramente molesta para los que caminan debajo de ella.
No hay paraguas de colores, es culpa de los vendedores ambulantes que solo los compran negros o grises. Por suerte una nena se anima y sale con el suyo, color verde, ojos y orejas de sapo. Sus botitas amarillas y azules chapotean en un charco sucio. En los de antes por lo menos no habían latitas de coca cero flotando.
Y los sentimientos son tan inestables como las palabras que lo describen y como los sueños que los sueñan y como los gritos que lo gritan y los llantos que lo lloran o mejor aún, las carcajadas que lo carcajean.
Me molesta la gente que se irrita ante las palabras inventadas. Sí, la lengua se deforma. Sí, no es correcto según la Real, pero triste, Academia Española. Sí lo se, ya lo se! Pero nada mejor que armar las letras en el orden más placentero para hacer sonar las cosas que uno siente.
Si quiero carcajear carcajeo! Si quiero apapachar, apapacho! Y si quiero upar, upo, no le hago upa.
También suele cruzarme por el hemisferio izquierdo del cerebro, la irracionalidad de ciertas razones. “Es que si, hay ciertos pasos burocráticos que seguir, es racional, sino sería todo un tremendo lío”. Y! Si es un tremendo lío quá! A disfrutar de que todo sea un quilombo gente! No hay nada más lindo que estar en el medio del caos, para hacerlo propio y encontrarle cada uno el orden que quiera. No planteo el tremendo e incestuoso radicalismo extremo. No, planteo que a veces, los pequeños caos, las pequeñas desorganizaciones, imprevistos, errores, líos, hacen de la vida, algo un poco más interesante.

una Horvilleur para vos

no como - Emmanuel Horvilleur


En un día nublado pero lleno de ritmo

domingo, 3 de agosto de 2008

Disney... nos cagó la vida


Alguien le dijo a una amiga de una amiga, una frase muy cierta: "Disney le cagó la vida a las mujeres". Y si, quien n0 espera que Aladin llegue en la alfombra mágica o que el príncipe te despierte de un sueño profundo...


Cada mujer tiene su ideal de príncipe. Para algunas es un hippie que en ves de traje tiene buzo colla y viene galopando en una llama y para otras es un yuppie ejecutivo en un Mercedez Benz descapotable y rojo, si es posible.


Pero la grandiosa idea de ese príncipe azul perfecto se lo debemos a nuestro queridísimo Disney.

Una generación podrida, esperemos que las niñas de hoy se hagan el favor de callar a esos príncipe y se busquen un buen Shrek o aún mejor, un hombre de verdad.

Acabo de volver del cumpleaños de mi amiga Julia. Como en toda buena fiesta me tocó una bolsita de "Hot Wheels" llena de caramelos, titas y rhodesias. Pero sin duda lo que más me gustó fue la frase que me tocó:



(...)"y tus amigos se asombrarán al verte reír mirando al cielo.

Entonces les dirás `Sí, las estrellas siempre me hacen reír´

y ellos te creerán loco".

El Principito.


Y me dieron ganas. Y llegué y a pesar que las estrellas están ocultas... agarré mi Principito y me tiré en la cama, mirando al cielo, a leer.
Hay dos frases que deben ser utilizadas con mucho cuidado o abstenerse de su uso:

"Si yo hubiese...".
Vale la pena los errores, por que se aprenden de ellos, pero de nada sirve reclamarse por lo no hecho. Pasado aprendido, pasado pisado.

"Si yo tuviese...". Bueno, si no lo tenes buscalo! quedarse sentado cómodo esperando que lo que deseamos llegue, no sirve para nada. Hay que levantarse y buscarlo.