viernes, 25 de abril de 2008



Cuando la sonrisa es obligada, el alma se pone en huelga y hace caso omiso a los músculos.

La mirada se contrae y las pupilas brillan y no por felicidad. Juegan a salir de paseo las lágrimas amargas que paspan la piel reseca.

Cuando la sonrisa es obligada, los pies se arrastran y las rodillas se afloajn. Las manos tiritan y no de frío. Las uñas carcomidas se desesperan por reaparecer y no queda más que decir: "buenas noches y adiós".

No hay comentarios:

Publicar un comentario