martes, 21 de julio de 2009

perro sin cabeza


El otro día me desperté sintiéndome ridícula. Había soñado con un perro sin cabeza, con una terminación perfecta, que movía la cola y se echaba en la puerta de una casa. Me di asco, ¡cómo podía soñar eso! Era imposible que ese perro pudiese estar vivo y llevar una vida normal sin respirar, sin tener un cerebro… me levanté y desayuné el peor café de todos, me lo merecía. Corrió el día y mi malhumor se fue acrecentando. Que idiota, como podía haber soñado eso. Como siempre, la noche volvió a llegar y antes de dormir me prometí no soñar algo tan ilógico como lo de la noche anterior. Esta vez fue la cabeza del perro la que me habló, angustiada, sobre la pérdida de su cuerpo. La mañana me encontró contento, que una cabeza canina me hablase no era tan ilógico, y que estuviese buscando a su cuerpo, perdido en un sueño anterior, menos.

3 comentarios: