Lo terrible de “enamorarse” cada medio segundo es que después no hay esquina, plaza, bar o quiosco que no te recuerde alguna historia fugaz. Caminar por la ciudad se hace difícil cuando la obsesión pasa por lo que parece llamarse amor. Ese libro que leías mientras tal, la palabra que cada vez que usas te hace acordar a cual. La violencia de los labios de aquel, el dolor de espalda por aguantar el propio peso a upa de tal. De ellos la misma canción, de tal cual el nombre para mis hijos, del otro el quizás, de ese, la espera. De dos, ese miedo a que no pasara, del tercero que el amor a distancia no sirve, aunque viva en la otra cuadra. De todos, otra vez las canciones y la nueva estrategia de asignarles melodías con letras baratas, para después no sufrir porque simplemente no las escuchás más. De los cuatro primeros el duelo eterno. De los cuatro últimos, el duelo de medio día. De ese su mal aliento, de muchos su prejuicios, de algunos sus condicionantes. Es difícil “enamorarse” cada medio segundo, transitar por la ciudad se termina haciendo, cuadra a cuadra, más duro, hasta llegar a cubrir todo el mapa, cortesía del subte, a la salida de otra cita frustrada.
jueves, 26 de noviembre de 2009
sábado, 21 de noviembre de 2009
Desvío estandar
Hoy es día para cruzar a comprar facturas sin corpiño. Facturas para uno… dos, tres y la dieta se va al carajo. El chino de la lavandería grita tu nombre desde la vereda de enfrente y saluda con la cabeza, pero moviendo absolutamente todo su cuerpo. Su mujer se asoma y también te saluda, aunque se equivoca y dice el nombre de tu mamá. Cada palabra nueva, aunque sea un nombre propio, debe ser repetida una centena de veces. La tarde sería completa si la pava no llegase a hervir, el mate no estuviese lavado antes del segundo sorbo y en vez de hojas desparramadas con fórmulas de varianzas y desvíos estándar la televisión apagada proyectara alguna película barata de bailarines frustrados que terminan finalmente encontrando el camino de su vida.La lluvia ya tiene olor a vacaciones, o yo me lo imagino. Cada tanto me recuerdo por qué hago lo que hago. No siempre estoy contenta con la respuesta. Y menos en los sábados de lluvia con gusto a domingo.
martes, 17 de noviembre de 2009
Incontinencia
De chiquita me tomaba el Nesquik lo más rápido posible para llegar al fondo, donde se mezclaba el azúcar y el chocolate no diluido, y morderlo, triturarlo con las paletas hasta desaparecer. También dejaba adrede burbujas de polvo no diluido en la cima, para poder explotarlas y sentir como el Nesquik (o Vascolet en caso de encontrarme en tierras orientales) se pegaba a mi paladar.
martes, 3 de noviembre de 2009
Ajeno
lunes, 2 de noviembre de 2009
Ciega
Es difícil que te vean cuando uno no ve. Caminás por la calle y los pies ajenos te hacen tropezar. Es difícil que te vean cuando la mirada barre el suelo. Nunca levantás la mirada del suelo para enfrentar los ojos ajenos. Es esa vergüenza que producen las pupilas ajenas, como intentar construir una torre de rastis desde la cima, sin una base que la sostenga, apoyando los pequeños bloquecitos en el aire, con la intención de que se sostengan solos. Aunque los ojos se hayan inventado para ver, aunque la miopía solo te ciegue el setenta por ciento de tu vista, el problema no es la falta de su uso, sino la lluvia interna que no te deja mirar y menos ver. Como cuando jugás al truco y todos te alagan por las buenas manos que te tocaron, pero vos no sabés diferenciar un siete de basto de una reina vanidosa.
domingo, 1 de noviembre de 2009
tu pupo
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