lunes, 22 de febrero de 2010

Un pacto

Y como cliché de adolescente nacida a fines de los 80, cada vez que escuchaba “un pacto” de la Bersuit, se le acribillaba el corazón de angustia. Tantos amores inconclusos fundados en una locura hormonal incesante que la habían hecho llorar al cielo, bajo ese ritmo de ridícula agonía. Horas de tinta desperdiciada en hojas arrancadas para terminar siéndole útil a algún cartonero. Chocolates viejos guardados en latas de galletita de free shop, para aquellos momentos de aneurismas cardíacos. Canciones gastadas por gritos que las tapaban. No importa cuántas películas de amor haya visto. Siempre van a tener más sentido que su propia historia. Es que siempre supo que los amores unidireccionales no eran de durar. Igual que los de verano. Es estúpido pensar que alguna vez pueden llegar a durar más allá de la primera hoja de otoño. Su mano estaba llena de amores platónicos, sin una línea que los uniera. Quería ser patéticamente perfecta día a día. Era parte de dejar atrás la adolescencia. Y finalmente, como ese pacto que tan extraño sentimiento le producía, un día dejó de pensar en ello. Y pensó haber crecido, pero lo más probables es que simplemente, haya dejado de sentir.
(extracto del futuro monólogo "De porqué el amor
y el sexo nos puede parecer tan inseparable y no lo son tanto").

1 comentario:

  1. Tan tan tan identificada... Qué voy a hacer en marzo sin mi amor de verano??? No hay amores de otoño??? En qué época se consiguen los que duran todo el año??? Lo voy a agendar...

    Te quiero Chas!

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