miércoles, 12 de diciembre de 2007

DIARIO DE VIAJE - PARTE I - capitulo I


CAPITULO I: La llegada


Piso tierra oriental y ya me siento mejor.
El olor a cuero nuevo usado no me llega hasta que alcanzo el mercado del puerto, en Montevideo.
A mis acompañantes de este viaje se les escapan sus primeras palabras. Ningún secreto: los otros pasajeros de este cruce son mis progenitores y sus primeras palabras "Tú" y "Ta". Yo por vaga inercia, los imito.
Ahora todo huele a aliento de cerveza rancia y "medio y medio" (bebida típica y de receta secreta del puerto). Paramos a comer un "Chivito" (no el animal sino un sandwich de churrasco tomate, lechuga y huevo) en las cocinas de los restaurantes de ese gran galpón que alguna vez fue refugio de cuanta persona quisiera escapar de un destino condenado. Ya llenos, caminamos hasta la galería de siempre. Señalamos los cuadros que cada año prometemos comprar y nos deleitamos con los nuevos.
Entramos a un nuevo taller y su artista, hombre robusto de bigote finito y pincel en mano, nos recibe, manchado de azul y con una sonrisa amplia. Nos explica lo que yo ya había pensado: su trabajo se basa en aplicar sus influencias cubistas en figuras de papel maché. Me gustaría comprarle el unicornio azul o el caballo "freedom", porque con tan solo mirarlo me hacen sentir bien.
Escucho de lejos los tambores que me llaman y cuando me acerco, los músicos me saludan con un movimiento leve de cabeza para no perder la concentración.
Creo ver a mis ancestros en cada esquina. Respiro aliviada porque acá nadie me pregunta cuantas sesiones de cama solar tomé o me compara con el color de una tostada quemada por la mañana.
Volvemos a emprender viaje. Pasamos por el parque Rodó e incomprensiblemente mi papá pone un disco de los ´90 que aulla canciones de amor.
Las calles de Montevideo me hacen pensar en una vieja Buenos Aires que nunca llegué a conocer.
Extraño... No podemos salir de Montevideo... Como si fuera un laberinto, cada vez que llegamos a una esquina, un amable señor de pechera amarilla, nos indica que por ahí pasará el cortejo de la noche de las luces, una fiesta que llena a la ciudad de personas alegres que despiden el año que se va.
Veo la primera ANCAP (como decir YPF, ESSO o PETROBRAS en idioma yorugua) e indudablemtente me entero que llegué a Uruguay. Pienso en un sandwich helado conaprole (Digamos dos obleas con una tableta de helado en el medio que se vuelve irresistible con tan solo mirarlo...)
Gracias a dios el disco se acabó y Silvio Rodriguez empieza a sonar en el estéreo del auto....
dormito y el movimiento del auto apaga las luces.

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