domingo, 19 de junio de 2011

No soy tu flor



"Sos como una flor, mi flor”, me dijiste mientras revolvías tu café frío. Por lo menos no una natural, pensé. Tal vez una de plástico o una marchita. Pero las tetas no me las hice y arrugas no tengo, así que mejor no soy una flor. Soy una persona. Si, eso creo ser, una persona. Por lo menos cuando me pincho me duele.

El otro día leí en una Cosmo vieja de consultorio que la sensibilidad de la piel se corresponde con la del alma. No, prefiero no creerlo, sino mi alma estaría llena de cicatrices y moretones de cajones amorosos puestos en lugares incorrectos y puertas cerradas en dedos de sentimientos. Me niego rotundamente a que mi sensibilidad sea tan superficial como mi piel. 

De fondo sigo escuchando el chamuyo del típico "cuantas minas que tengo" y completo mentalmente tus oraciones de libretita de bolsillo. Ese "te quiero a vos, bichito de luz" ya no va. Bichito de quien, si soy un bicho en todo caso seré un bicho mío, de propiedad física e intelectual, y no sé si elegiría exactamente una luciérnaga, viven poco, las suelen atrapar en frasquitos de mermeladas y su muerte más común suele ser la asfixia. Ese "Yo te quiero a vos" que me repetís con una sonrisa de oreja a oreja mientras seguís mirando tu café ahora vacío, es tan falso como tus planteos filosóficos sobre la vida. Hiciste fondo blanco con lo que te quedaba en la taza. Hubiese querido leerte la borra del café pasa saber de una vez por todas que va a pasar.

A ese “te quiero” ya lo escuché miles de veces y creo que solo una de diez fue verdad. Por qué no mejor haces una lista de las cosas que odias de mí y me las gritas mientras nos tomamos un helado. Por lo menos así nos vamos a divertir los dos. Y sí, estoy segura de no ser una flor. Te lo prometo. Creo haberlo comprobado. Tal vez en otra vida.

Tus regalos son siempre incorrectos. Que los bombones tengan relleno de licor me da asco, y si vienen en caja con forma de corazón, peor. Prefiero que me regales la entrada para ir a ver a Silvio Rodríguez que bastante cara está, aun pagándola en cuotas.

Abrís el paquete de Mogul por el lado de los verdes. Te pasaste media hora frente al estante del kiosco tratando de elegir el que tenía menos naranjitas, mientras yo te esperaba paciente. Te metes uno a la boca y con la lengua le sacas primero el azúcar para luego morderlo. No los comes todos, guardas algunos para después de la cena y ni siquiera me ofreces el que menos te gusta.

Tal vez me hubiese convenido ser, no como una flor, pero algo parecido. Un grano de polen en la nariz de un alérgico o un pétalo disecado entre las hojas de un libro, algo que te moleste lo suficiente como para que te dignes a levantar tu mirada y dirigírmela, por lo menos por un segundo. Pero ya está, soy esto. Ahora a vivirlo. No como una flor, pero por lo menos como lo que soy, una persona que en algún momento debe tomar sus propias decisiones, no leyendo tu borra del café, ni esperando a que levantes la mirada, sino eligiendo su propio camino.

(Publicado en el Diario La Unión el 19 de junio de 2011)

2 comentarios:

  1. interesante. pero por qué si ella se muestra tan disconforme, aun asi sigue con él? muy bueno el texto. les dolera a muchos (a mi incluso en algunas partes, lo admito). saludos.
    p.d: te invito a pasar por mi blog

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  2. Muchas gracias. Las opciones, decisiones de cada uno tienen que ver con el querer y no el poder. Nos vemos en tu blog!

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