domingo, 12 de junio de 2011

Quereme redondita

Me compré un jogging. Salió caro, pero espero que mi coditis aguda funcione de incentivo para empezar el gimnasio. No hay momento del año para “comenzar a cuidarse”, pero siempre me pasa lo mismo: me acuerdo a esta altura, en septiembre llego al “peso ideal” y un mes después empieza la temporada de helado. Y todo de vuelta. El bikini no encaja, el talle aumenta y el esfuerzo se vio ocultado bajo la polera de lana que no nunca dice nada.

La culpable de todo, además de mi misma, son las calzas. Si, las calzas y su elástico de pantalones para embarazada. Y cuando llega el momento de ponerse el jean, el botón no llega al ojal o, luego de tirarte y retorcerte cual pescado fuera del agua, el resultado son dos redonditos flota flota que acompañan la cintura con un glamour que hay que saber llevar.

Viandita light, omisión de galletitas en el trabajo, mirar para otro lado en las tortas de cumpleaños, los dos permitidos para el fin de semana y unas ganas tremendas de nadar en una pileta de panqueques de dulce de leche con bochitas de crema americana.

Pero no nos vamos a volver locas. Los rollitos a veces pueden ser amigables y sirven para apoyar las manos cuando una está cansada.

“Las gordas” de Botero es una prueba artística de lo sexy que pueden ser esos gramos de más. Como siempre, “es solo cuestión de actitud”. Por que no hay nada mejor que tener una buena cadera y un gran culo para mover. Saber llevar las curvas es un arte que se aprende con el paso del tiempo, y con las caídas del tiempo.

Y al final, me tomo dos termos de mate para evitar las galletitas de la redacción y a los flotadores se le suma una hinchazón digna de panza de cervecero. Y la promesa de salir a caminar tres veces por semana, hasta que el cierre logre llegar a su lugar, queda hundida bajo la frazada de la siesta.

La última vez que quise empezar el gimnasio, hace un mes, se cortó la luz en todo el barrio. Si esa no fue una señal de apoyo a mis queridos rollitos, que quieren seguir estando en su lugar, no sé que fue. En ese momento decidí creer en el destino.

Pero la verdadera cuestión es “quererse” redondita. Y acá le damos un pisotón al título. Porque nadie te va a aceptar si no te aceptás vos primero. Recordemos que los beneficios que su cadera le dio a Shakira. O el tan famoso (y es cierto, me lo han dicho) “me gusta tener de donde agarrar”. Amigarse con los rollitos es como llegar a la paz mundial: no importa que otros problemas surjan (y acá una voz en off grita “¡Piel de naranja!” forma coqueta de llamar a la celulitis) una vez que entendemos que llegaron para quedarse, la amistad es irreprochable. Bienvenidos, y ojala, el próximo verano cuando me toque estrenar la pileta sigan ahí, y me ayuden a flotar, en una y elegante planchita.

(Publicado en el Diario La Unión el 12 de junio de 2011)

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