domingo, 1 de junio de 2008

cuando la verdad me pellizcó

Madeleine Peiroux me susurraba al oído: "You're Gonna Make Me Lonesome When You Go" y mis ojos se despertaban después de un estornudo.
Por favor que vuelva el verano, pensé. Sabía que el frío había comenzado hace tan solo cuatro días, pero nunca dejé de odiarlo, aún en diciembre.
Quise cruzar la plaza que está a un lado de la autopista, en Constitución, pero una sonrisa sucia me detuvo.
No soy buena para calcular edades, pero creo que unos 89 le alcanzaban y no le sobraban.
Pensé que esa mueca de felicidad entre tantas arrugas de barro me pertenecía, cuando percaté sus ojos perdidos.
En ese momento, una de esas verdades que te retuercen el estómago y te pellizcan el alma (de esas que ocurren pocas veces en la vida) corrompió mi cuero.
No quería terinar así. Y "así" no es con zapatos de bolsa y tapado de cartón. "Así" se refiere a la soledad, a los ojos empañados de tristeza y a una sonrisa que hace mucho que no significa nada.
Por más que ame mi libertad, mi independencia, esa soledad de bombachas y corpiño por los pasillos de mi casa, le temo a esa otra soledad, la verdadera.
Crucé finalmente por debajo de la autopista, sosteniendo el aire y pensando en camellos. La mirada no me siguió, se perdía en el pasto de esa plaza que era su casa. No me pertenecía, nunca lo había hecho.
Me acordé de los "no lugares" y me sumergí en la estación de Constitución.
Una verdad me había pellizcado el alma y el moretón recién empezaba a aparecer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario