jueves, 27 de agosto de 2009

Baila morena


Ya me tomé un ibupirac. Y el cachete izquierdo de la cola me dice que nunca debería haber dejado danza. Volver después de cinco años es posible, pero duele. Los huesos ya no se quedan quietos y los músculos rechinan al querer ir para el lado contrario. Los calambres ocurren en los lugares más extraños y la elongación parece haberse ido de viaje. Las piernas tiemblan de camino a casa y temo no poder subir los seis escalones de la puerta. Mañana lo voy a sufrir, lo sé. Pero como dijo un buen amigo mío, volver al baile es como hacer el amor luego de un largo período de abstinencia.

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