viernes, 11 de marzo de 2011

Este es tu año mujer



Tengo una obsesión con el amor. No con un amor puntual sino con el sustantivo amor y, sobretodo, con el verbo amar. Conseguirlo es un viejo objetivo, su necesidad, cada vez más recurrente.

Cuando las parejas tomadas de la mano te dejan de dar asco y pasás a verlas con ojos vidriosos, bajando las escaleras mecánicas de un shopping y a punto de hacer el papelón de tu vida por no calcular la distancia entre tus pensamientos y el último escalón, estás en problemas.

Cuando las películas de amor en vez de hacerte sonreír te duelen ahí, donde suelen suceder los ataques cardíacos, estás en problemas. Lo que antes era un mero comentario entre amigas ahora te invade a cada minuto. Mi querido colega Ema diría: “Ay gorda, Este es tu año mujer que vos necesitás es un chongo”.

Y si, puede ser… un chongo. O quizás aprender a vivir sin ese tipo de amor y saber que las novelitas rosas de Corín Tellado (una vez cometí el error de intentar leerlas y me agarró diabetes) son rositas rococó que nada tienen que ver con la vida real. Tan difícil no puede ser… en algún momento llegará… eso espero.

”Cuando menos lo esperes va a aparecer el indicado” dice el chiste malo que me repiten los más cercanos cuando se quieren hacer los psicólogos baratos o ven que mis 24 años se están por convertir en un cuarto de siglo de soltería. ¡Paren las rotativas!

¿La adolescencia no se había extendido hasta los 30? Por eso, cuando me invade la sed por la falta de amor, borro de mi cabeza la imagen de una casa llena de gato (o perros, porque detesto los gatos) y una cajita de bombones llenos de licor que ofrezco a los pocos visitantes que me vienen a ver, y me dedico a disfrutar del maravilloso mundo de la soltería (que demás está decir, tiene varios beneficios).

No hace falta aclarar que la exageración es cuota diaria en mi vida. Pero hagamos una encuesta virtual: de todas las mujeres de entre 20 y 30 años que están conectadas en este momento a las redes sociales y chats que frecuento, el 80 por ciento esta soltera o chongueando. Del 20 por ciento restante, solo un cinco es envidiable y el resto… mejor estar solterísima.

De esa gran mayoría de solas, una parte adjudica la carencia de una relación amorosa a la falta de tiempo, al estudio y al trabajo. Otro cuarto, a las cuales podemos denominar ”podría estar con cualquiera, candidatos no me faltan, pero mejor esperar a que llegue el indicado”, las dejamos en reserva.

Y finalmente están las del ”porqué” dramático, las que sufren la soltería como una enfermedad terminal que les acelera el reloj biológico. Sólo el 30 por ciento se lamenta su condición de libertad, el resto, se enfoca en ver los beneficios de una vida sin ataduras masculinas.

Entonces, ¿qué hacemos ante esta presunta ”epidemia” de soltería? ¿Obligamos a los hombres a que nos cortejen como es debido? ¿Cambiamos nuestras preferencias sexuales y buscamos el consuelo en alguna amiga cercana? ¡No! Disfrutemos queridas compañeras, que esta es nuestra semana y si queremos nuestro año.

En una conocida serie de televisión norteamericana donde todos bailan, todos cantan, (si, estamos hablando de Glee) el capítulo de San Valentín fue dedicado a los solteros de ambos sexos (no los dejemos de lado que ellos también tienen sentimientos) y al ritmo de ”silly love songs” (Canciones tontas de amor) canturrearon los beneficios de estar soltera: sabés que, sin importar cuanto tiempo cueste, lo mejor está por llegar.

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