miércoles, 30 de marzo de 2011

Están todos cordialmente invitados a la boda real



Los gritos se escuchan desde el Buckingham palace hasta la abadía de Westminster. Por un momento, el tema del exagerado presupuesto que rodea al evento deja de ser la cuestión principal. Las banderitas se agitan y las remeras que recuerdan el gran día son lucidas con orgullo, a pesar del frío y la fina llovizna que empieza a caer.

Pero no, ni revivió Freddie Mercury ni por un acto divino Los Beatles vuelven a transitar por las calles de Londres. El día D es otro: están todos cordialmente invitados a la boda real.

Los ingleses dejaron de lado su paso ajustado por Oxford Street y olvidaron la crisis económica por un rato. Kate y William. William y Kate son el tema del día (y de la semana, y del mes…). Su historia de amor podría encajar en la de “el príncipe y la plebeya”. Ambos se conocieron en la facultad en 2001, y hasta compartieron un departamento con otros amigos durante aquellos tiempos. Entre apuntes y parciales, surgió el amor. Luego de nueve años de noviazgo (se tomaron su tiempo), él se le declaró en Kenia, y los preparativos empezaron.
Se dice que la música de la boda la eligieron juntos, escuchando cada uno por un auricular de su reproductor de mp4. Nada de reaggeton o baile carioca, música clásica e instrumental para ellos y hasta algunas de las melodías interpretadas en la boda de Carlos y Diana, allá por los 80. El tema de la boda fue lo británico, acentuando lo tradicional y las formas reales, pero las celebrities locales también estuvieron presentes. Entre ellos, Victoria y David Beckham y Elton John. Y también están aquellos que se autoinvitaron.

The teenage village (el campamento de las adolescentes) captó la atención de la prensa local, que las calificó como locas, pero simpáticas. La centena de carpas que se montó días antes de la ceremonia en las cercanías de la abadía se mezcló con los turistas que aprovechaban para visitar la zona antes que se cerrara su acceso al público.

Las jóvenes que no consiguieron permiso de sus padres para acampar optaron por pijamas parties y desayunos grupales. Para los mayores de 18, los pubs de moda fueron el lugar elegido, aún durante el desayuno.

Quienes optaron por levantarse muy temprano y desafiar al frío y la lluvia que amenazó durante toda la mañana, se acercaron hasta el Hyde Park, uno de los parques donde se ubicaron pantallas gigantes para que aquellos que no recibieron la invitación oficial. Tortas con leyendas como “William loves Kate”, coronas de plástico, cestas de mimbre y manteles a cuadrillé (sí, como un verdadero día de campo inglés) y unas cuantas cervezas tempraneras, cubrieron el pasto húmedo.

La fiesta continuó durante todo el día (y la noche). Feriado nacional para todos los ingleses, las familias aprovecharon para pasear y los adolescentes comenzaron el fin de semana antes. Por suerte, Leandro Penna (el ex bañero de Marley) y su novia británica Jordan (algo así como la Karina Jelinek de Inglaterra) dejaron de ser tapa de los diarios por unos días (¡gracias a la realeza!).
Kate, que entró siendo Kate Middleton y salió siendo una princesa (que no se diga que los títulos nobles arrinconan la individualidad), fue bien recibida por la gente. Y a pesar de todo, de las campanas ensordecedoras y las normas reales que acartonaron un casamiento que no podía tener nada fuera de lugar, la mirada entre ellos (la pequeña sonrisa que se les coló durante la pesada ceremonia) y su primer beso como príncipe y princesa demostró que, detrás de toda etiqueta, el amor realmente existe.

(Publicado en el Diario La Unión el 30 de abril de 2011)

No hay comentarios:

Publicar un comentario