martes, 16 de marzo de 2010

Yo, Canchera



“No te hagas la canchera”. Canchera, ya había escuchado esa palabra antes, en séptimo grado, creo, pero hace mucho que nadie me la decía. Y resulta que el 2010 me la trajo repetidas veces. Canchera, o yo me volví una de esas que mascan chicle con la boca abierta y usan buzos en la cintura o la gente tiene un problema conmigo. Por las dudas me fui a comprar aros. Dicen que las cancheras usan aros grandes… bueno yo encontré unos perfectos. Si lo voy a ser, lo voy a ser a lo grande, con las manos en la cintura (parece que la palabra canchera siempre involucra a la cintura) y moviendo las caderas al ritmo de algún pop de moda. Es que si voy a ser canchera voy a saber cómo hacerlo, para que cuando me digan canchera pueda responder “si, lo che chs chs (ruido de chicle salivado), gracias”.

Porque si ahora entro en esa casillita de estereotipo quiero saber llevarlo con ovarios decorados con cancherismo. Imaginate, vas caminando por la calle y un obrero, de esos que tan amablemente empiezan las frases con “mamita” te grita: “¡Que pedazo de canchera!”, sabiendo la casilla que soy podría responder guiñando un ojo y explotando el globito del bobaloo en dirección a ese hombre. O quizás, cuando alguien me susurre al oído, en medio de un boliche ruidoso (a eso si, si soy canchera tengo que empezar a ir a boliches ruidosos de nuevo, un Caix quizás): “morochita canchera, que linda que estás”, yo pueda girar revoleando mi pelo a lo Diego Torres a principio de los noventa (anotación: voy a tener que dejarme crecer el pelo, concejo: anticonceptivos en el shampoo) y decirle “gracias bom bom” (definitivamente tengo que incorporar las palabras bom bom, dulce y chuchi a mi vocabulario). Pero qué difícil se es aceptar que, según el casillero del juego de la Oca, este año me tocó ser canchera. Demasiadas cosas por cambiar, demasiadas cosas por aprender. Quizás me combine esperar hasta el año que viene y ahí sí, sacar la canchera que está en mí. O quizás mejor, pensar que las casillitas que los otros tan amablemente me seden, no son más que equivocaciones de aquellos que no llegaron a conocerme. Pero al final, creo, esto de ser canchera creo que me está empezando a gustar.

2 comentarios:

  1. mmm, me dieron ganas de una pizza canchera

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  2. yo también quería ser canchera..
    el chicle era la regla número uno de la "cancherez", también el pucho, aunque a eso no llegué (menos mal!) porque sería una fumadora empedernida..

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