martes, 31 de marzo de 2009

CICLO

Siempre que intento hablar de todo, pienso en la nada. Me da miedo caer en la cursilería (y crean o no, estoy sentada en una plaza de Olivos, rodeada por una corriente de mariposas blancas y flores rosas que caen siempre a mi costado, nunca encima mío).
Los clichés son clichés (como me gusta el sonido de esa palabra) por que le pasan a todo el mundo. Todos o casi todos creen en el amor, a todos o a casi todos les duele el amor, a todos o casi todos los perdona el amor. Todos, o la gran mayoría trabajan para alimentarse física y mentalmente. Quisiera creer que todos, o por lo menos los que yo amo, tienen sueños y creen en esos sueños. Pero cuando todo eso termina, se me arruga el intestino delgado y no se si el aire deja de pasar por que se me hincha la garganta o por que me olvido de respirar.
Es que da miedo. Da miedo terminar y da miedo empezar.
Hoy termino mi estadía en el diario, o por lo menos mi primera etapa. “Mirá cuando trabaje en Clarín” les dije en chiste a mis viejos cuando el periodismo se empezó a acercarce a mi vida. Y mi primer trabajo periodístico fue ahí.
En el último año, Clarín significó muchas cosas más. Viajes de ida y vuelta a Constitución (ahora si se lo que viajar en subtes colmados y putear a las protestas sobre Callao). Manos sudorosas a la hora de llamar al primer vecino. Voz temblorosa a la hora de entrevistar al primer "famoso” (para luego caer en el comentario canchero de “ja si es una persona normal como cualquier otra”. Escritorio y computadora, mi computadora. Claves que costaron recordar. Pasillos que me perdieron. Viajes en remis y siestas con la duración de un viaje a Viente López.
Mi primera entrevista fue al artista plástico Rocco Cuzzi. Eran las siete y media de la mañana y los dos nos miramos a los ojos. El me dijo: “Perdón, es mi primera entrevista y estoy nervioso”. Yo le respondí: “Perdón, es mi primera entrevista y estoy nerviosa”. No lo era, pero si la que abría el ciclo que hoy estoy cerrando.
Es gracioso pensar que lo que antes me daba miedo hoy es una rutina que se acaba.
Envío este post desde la computadora de la redacción, la que me ayudó a escribir tantos otros. Vacío el cajón (tal cual las películas Yankees, tan solo me falta una caja de cartón y un helecho) y apago por última vez el monitor.
Despedirme de la gente me cuesta siempre y cada vez más. Aunque prometí no lagrimear, los mocos se me aflojaron y las lágrimas no tardaron en vencer mi contención. Fue como terminar con un amor de verano. De esos que se sabe que algún día, irremediablemente, llegan a su final.
Pero las cosas, excepto las infinitas, tienen que terminar.
No suelo dedicar post a la gente, pero este, sin duda va para todos los que durante este años trabajaron conmigo. Y aunque destacar a algunos no suene bien para los otros... Florcita, Juano, Pato, Magui, Dani, Enzo, Ro, Fede B, Fede O, Vickita, Fabio, Nacho y Néstor... va para ustedes.

4 comentarios:

  1. Jazz, un lujo de compañera. Se te abrieron mil ventanas el 31 de marzo. asomate.

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  2. eeeeeee Juano, ese soy yo!jajaja
    Te quiero Chas, como amiga y como colega. Me gustó tu texto, comparto todo, y por suerte no tengo necesidad de extrañarte porque todavía nos vemos. Sí me extraño a mí en la redacción de Clarín con vos, preguntándote si ya te llegó la comida para ir a lo de Rolo y comprarme mi sustento diario.
    Es una ecuación difícil, lo sé. Pero confío en que podré dormir con eso, sabiendo que fue importante.
    Beso.-

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  3. buenaleche.wordpress.com6 de abril de 2009, 21:21

    yaya... comparto lo de vicky... se te abren muchas cosas y no se cierra nada... se suma!!!!
    van besossssssssssssssssss.....
    aneta.

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  4. Chasss... te extraño! gracias por todo este tiempo compartido, por escucharme, por hacerme reir, por ser así... no importa que sean clichés o cursilerías... GRACIAS POR TODOOOOOO!!!

    TE QUIERO AMIGAAAAAA!!!

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