lunes, 3 de noviembre de 2008

Delirio IV - interrumpido

La calesita de mi infancia me mira desde lejos. Me guiña una luz invitándome a subir... y le digo que no. Elijo que no. Debo decidir y opto por el no. Como cuando la mugre de Constitución vuela y mis ojos no quieren cerrarse. Es optar, jugar a tener la verdad. "Elegir es renunciar". Frase robada pero cierta. Y miro a los patos de Parque Centenario que podrían salir volando pero se quedan. Y eligen... ¿eligen o nunca les enseñaron a volar? Y me doy cuenta que uno no siempre elige. La mayoría de las veces, pero no siempre. A veces elige y esas elección conllevan otras no elecciones, pero que al fin y al cabo fueron elegidas.
Todo lo que no pude elegir pasó y también son parte de lo que soy. Me conformo con lo que elegí y con lo que no ¿Me conformo?
Soy una opción dentro de un mar de opciones.
Y el otro día elegí llorar. No siempre se elige, pero esa vez sí.
Soy masoquista. Leí para llorar. Si, otra vez Sinfonía para Ana. Pero cuando la sal de las lágrimas comienza a corroer el interior de mis pupilas, tuve la imperiosa necesidad de sacarlas.
Los ojos me ardieron pero me sentí más humana. La imposibilidad de llorar, ya me estaba preocupando un poco.
Soy de las que piensan que no importa si la superioridad le pertenece a la imagen o a las palabras, mientras que te mueva bien el piso.
¿Las estatuas habrán elegido estar quietas? ¿Será por que no tiene nada que decir? ¿o por que lo dicen de otra forma?
Regular, equilibrar, es la clave. ¿Clave de qué? Si los extremos son tan sabrosos, por no decir adictivos... Por algo los viven los poetas, lo disfrutan los artistas, lo desean los que piensan que la normalidad existe... porque equilibrar será bueno, pero aburre y como.
Como quedarme quieta. Quedarme quieta me aburre. Rogar también me aburre... e irme solo quince días de vacaciones más....

- Nena, Nena. Son las nueve, el parque cierra a las nueve. Te tenés que ir.

Solo escuché que pronunció nueve dos veces pero igual me paré, haciendo un ademán de irme y volviendo a conectarme la música en los tímpanos. Seguí a la poca población que había en el parque hasta la única salida abierta, la del mástil. Me encaminé hacia la facultad y pensé, la facultad a veces también me aburre...

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