martes, 23 de diciembre de 2008

Adicciones

Estoy a punto de agarrar Sinfonía para Ana, cuando otra mano me detiene. "No lo hagas, después no podés ni abrir los ojos". Y con un que me importa de hombro borracho y dos manos estiradas que tiemblan al son de la cortina metálica del baño, lo tomo igual. Veo su tapa, la mujer desnuda que se estira, paso los dedos entre sus hojas y con afán de leerlo, pero ganas de dejarlo, lo acuesto abierto, encima de la cama, justo donde la hoja suelta manchada de café me indica una lágrima.
Tomo el teléfono y la llamo, para que tras un ¿Cómo estás? haya un bien tembloroso, lleno de mocos y ganas de parar. Juro que me voy a poner mejor, que es solo una etapa, que la temporalidad esta vez va a ser mi amiga y puteo por lo bajo por que mi psicóloga me cambió el día de la sesión. Después rió a carcajadas pensando en la adicción que me provoca el psicoanálisis y mi libro de cabecera para llorar y al fin y al cabo me digo: "por lo menos no son el whisky y el porro".

1 comentario:

  1. el dilema es whisky, o porro, o psicoanálisis?
    estás en problemas. No sé qué te puede hacer peor.
    Saludos.-

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