domingo, 21 de diciembre de 2008

Callejero

La noche te encontró en una esquina, botella de agua en mano por un calor enfermante, y escuchando ecos de una conversación que era tuya pero ya había dejado de serlo. Un perro callejero se te acerco, parte de su pelaje había desaparecido por una sarna fulminante, y ante las ganas de acobijarlo, se sentó a una distancia prudente, no queriendo contagiarte.
Te paraste de un salto y comenzaste a caminar. El te siguió a la distancia, como cuidando tu espalda de esos miedos que te apuntaban con un dedo. Tu vestido era demasiado corto y rezaste para que nadie se diera cuenta. Eran por lo menos las cinco cuando la llave entró en la puerta de tu departamento y tu nuevo amigo te miró con ojos de incondicional amor. Se te rasguñó el corazón. No podías dejarlo pasar... fueron segundos de intenso dolor en alguna parte de tu cuerpo, donde seguramente está el alma. Cerraste y no volviste a mirar hacia atrás. Seguramente el iba a estar ahí, esperando tu arrepentimiento que nunca llegó, o si, pero el comfort volvió a ganarte.
Por lo menos te había acompañado hasta la puerta de tu casa, no todos los hacen.

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