lunes, 14 de julio de 2008

Sabor a miércoles


camino arrastrando las plantas de los pies... raspadas

Espinetta me habla de las palomas de la plaza, ¿o es Calamaro? pucha, Andrés siempre me está cantando los momentos de mi vida. Me siento vulgar, común, una más de las canciones que te cuentan lo que todos sentimos en palabras simples para que cada uno lo pueda aplicar a su caso particular.

Rezo, a nadie, por que el calor siga. Me pone de buen humor. Como frutillas y ya está, son los primeros días de diciembre y el año ya está acabando.

Un nene de ocho años, con pantalón pinzado de colegio privado, me pasa su mochila con rueditas por encima de mi pie esguinzado. "Perdón" atina a decir y sigue hablando por su celular último modelo, con camarita y mp4, "ya estoy en camino, si ya llego a casa papi, me falta tomarme una combinación de subte nada más". Apura el paso y las rueditas de su mochila tamborilean.

Yo a su edad pasaba la camioneta de las tortugas ninjas por encima de mis bloques de madera y soñaba con tener la colección entera de los hot wheels que cambiaban de color al ponerlos en agua caliente.

Es lunes, si estoy segura, pero el feriado de la semana pasada me mareó y no siento lunes, siento miércoles o jueves.

Es raro, uno espera que termine la semana, pero enseguida empieza otra, y vuelve a esperar. ¿No es más fácil vivir la semana y esperar que empiece otra?

siempre lo mismo, el vaso medio lleno o medio vacío... mientras que lo que realmente importa es con qué está lleno.

Un señor intenta ver la tapa del libro que llevo. Me pongo nerviosa y casi se me cae la tarta que mi mamá me compró para el almuerzo.

"Como cuando me hacías milanesa cortada en cuadraditos y rollitos de jamón y queso, ¿te acordás mami?"

se me acabó la música o la batería del celular. Que bronca, ojalá los ladrones estén disfrutando mi mp4. Les dejé buena música. Ahora ya nada es como el video clip que me estaba haciendo en la cabeza. El barrendero ya no barre al ritmo de los tambores y el kiosquero no sonríe igual.

Es el cansancio del lunes, que con música sabía mejor.

Subo los últimos escalones hasta mi asiento de oficina que no es oficina, es redacción.

Y otra vez lunes, pero por lo menos con sabor a miércoles.

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